miércoles, 28 de marzo de 2012

LAS JAÑONAS






         RUTA DE LOS CORTAFUEGOS



                                                    CADALSO

Es fácil de ver, no tanto de hacer. Se puede estudiar en los mapas del satélite o de relieve, ¡es tan evidente! Mides con una regla los tramos y te salen más de veinte kilómetros. Partiendo de los 438 metros hay que subir hasta los 1367, por tanto 929
de desnivel.

                                      LAS JAÑONAS Y LA ALMENARA

Como bien se ve, hay que hacer el perímetro completo de la cuenca del río de Las Pilas. Lo que pasa es que el borde delimitante de este pequeño valle se encuentra por encima de los mil metros en su mayor parte.


Se ve el cortafuego que desde la carretera de Descargamaría sube, serpenteando, hasta la cuerda. Desde ahí se adivina el camino a través de las cumbres hasta llegar a los cerros de Las Jañonas. Se aprecian las rocas de la línea de bajada hasta el otro cortafuegos, que desciende en picado al Arroyo del Chorro, lo cruza y continúa hasta los depósitos de agua de la antigua Fabrica de la Luz, desde donde otro cortafuegos y una pista nos llevan a Cadalso.


                              LAS CUMBRES DE PEJINOSO, LAS JAÑONAS


Es fácil de ver casi todo el recorrido, no se necesitan hitos, ni marcas de pintura, los cortafuegos son muy evidentes.


Y un día de mediados de junio nos decidimos a hacer la gran marcha, la gran excursión de la Sierra de Gata, la madre de todos los senderismos comarcales.
Salimos de buena mañana, Ángel y yo, escoltados por las perras de su hermano. Iban locas de contento por los caminos secundarios que nos acercaban al cortafuego. Tras pasar el Río de Las Pilas y subido el Alto del Rincón, en este punto, a la izquierda, sale una pista que al poco desemboca en un cruce, hay que seguir recto, por una señal escrita en madera: EL FORTÍN.


Una pista ascendente, en muy buen estado, nos lleva a nuestro objetivo. Desde la loma de acceso se observa la gran rampa, la primera, la más larga y la más empinada. Nos miramos y movemos las cabezas en señal de fastidio. Hay que subir, así son los cortafuegos, sube y no protestes.




Penosa ascensión, paramos cada veinte o treinta metros. El paisaje se abre, aparecen los cerros de Santibáñez el Alto y la mole imponente de la Sierra de los Ángeles, Cadalso, en primer término, al fondo, a la derecha, la torre de la Almenara.




Cuando terminamos de subir hacemos un pequeño descanso, agua, fotos, las perras revolotean a nuestro alrededor, Fina, la mayor y más seria, y Kika, su hija, más joven y juguetona.



Ya recuperados seguimos la marcha por la cresta, perpendicular al eje del Valle del Árrago que nos llevará a las cumbres de la Sierra de las Pilas. El cortafuego tiene aquí menos pendiente, subimos y subimos hasta llegar a la base de la segunda gran rampa. No hay nada que dudar, hay que subir y punto. Es igual de penosa que la primera, aunque un poco más corta. Ascendemos lentamente, parando igual, tramos como rellanos de escalera, sube que sube hasta la cima de la montaña.

                                  EN LA CUERDA DE LA SIERRA DE LAS PILAS

Al llegar arriba, el paisaje fabuloso se despliega ante nosotros: la vertiente salmantina, hasta ahora oculta, con sus valles y planicies, los pueblos cercanos y en el horizonte, Los Llanos, , en la vertiente este del Árrago y donde intentamos distinguir el Chorrito , los picos de las Hurdes al fondo, la Bolla sobre Robledillo de Gata, la Sierra de Bejar, con la Covatilla , las sierras del valle del Jerte como murallas y por encima de ellas, el Gredos de la Vera. Y hacia el sur oeste, delante nuestra, los picos de las Jañonas, hacia donde nos dirigimos. Según el mapa del satélite, estaremos a cuatro o cinco kilómetros. Hemos subido desde los 438 a los mil y pico de metros, aún nos queda un desnivel de 300 metros  repartidos por ahí en múltiples repechos.

                        POR LA SIERRA DE LAS PILAS HACIA LAS JAÑONAS
Un problema es que en el primer tramo de cumbre no hay cortafuego, ni pista, ni camino, sólo una senda minúscula que se pierde, a menudo, en la maleza. Reponemos fuerzas y meditamos, se ve el siguiente cortafuegos a lo lejos, a un par de kilómetros, las colinas de la cumbre guardan una vegetación especial entre la tierra negra y las pizarras. Una sueva brisa nos alivia, estamos casi a mediados de junio, si hiciera el calor normal para esta época del año, esta marcha sería inviable.

Tras el descanso, escaso, nos ponemos en movimiento. Ahora caminamos por la cumbre, a nuestros pies está todo el Río de las Pilas, desde su nacimiento hasta su final, con las tres pequeñas cascadas conocidas como “Las Chorreras de Pejinoso”. Y coronando este alto valle las cimas de Pejinoso: Las Jañonas.



Tras varias cuestas, perdidas de senda, atravesar pizarreras y maleza, llegamos de nuevo a los cortafuegos y caminamos por una suave bajada hasta otro repecho. Delante de nosotros vomita una de las perras, sacude la cabeza y sigue como si nada. Nos preocupa. Los animales no están tan lozanos como otras veces. Al rato vomita la otra. Esto está siendo demasiado para ellas. Aunque continúan como si no hubiera pasado nada.

Llevaremos la mitad de este cortafuego cuando decidimos descansar. Ya va haciendo calor, buscamos una sombra y nos cobijamos. Fina y Kika se tumban a nuestro lado. A partir de ahora aprovecharan cualquier instante para echarse a la sombra.
Tras otro escaso descanso continuamos, ya vemos el vértice geodésico y se aprecia otro fenómeno geológico interesante: el cambio de la pizarra al granito. Un poco antes de la última rampa de acceso al pico, cesan las pizarras y comienzan las rocas de granito. Desde ese punto hacia el norte, Descargamaría, Robledillo y todas las Hurdes, son de pizarra. Hacia el oeste y sur granito: Gata, Torre, Cadalso, Santibáñez y toda la Sierra de Gata, hasta Valverde, es de granito. En ese último pueblo, antes de Portugal, aparece, de nuevo, la pizarra: Salvaleón tenía una gran muralla de pizarra, de la que quedan abundantes restos.



Acabamos de subir la rampa y a la izquierda está el monolito que marca el pico de las Jañonas. Pasamos la alambrada que protege la repoblación de pino rebollo y nos acercamos al vértice.

                                                  EN LAS JAÑONAS


El cerro no tiene nada de particular, un poco más abajo, hacia el oeste, una canchalera fragmentada, más lejos, los pueblos de Salamanca, Jálama, al oeste y en el horizonte, las sierras de Portugal: la Sierra de la Estrella , la sierra de Peña García y el solitario pico de Monsanto.


Estamos en las Jañonas, el paisaje es fabuloso, a cualquier parte que mires. Desde aquí se ven todas Las Montañas de Cadalso. Yo he estado aquí antes, gigante, y te piso la cabeza de nuevo con mis pequeños pies, ya sé que no te enfadas…
Tras un rato de contemplación, fotos y descanso, decidimos ir a comer al cerro de enfrente, lleno de vistosas rocas. Bajamos de un cerro y subimos al otro, donde está la roca conocida como Peña del Cuervo, bajo ella nos sentamos, a la sombra, y nuestras amigas caninas se tumban al lado.




LA SIERRA DE LAS PILAS, LA BOLLA Y LAS HURDES

Sacamos la botella de vino y unos vasos. Brindamos. Es un placer estar aquí, aunque haya costado. O quizás por ello. Comemos y damos de comer a las perras que rehúsan la comida, no así el agua. Seguimos preocupados por ellas que se abalanzan sobre los trozos de hielo que son nuestras últimas reservas.

           EL PICO DE LOS ANGELES, DETRAS, GREDOS VALLE DEL JERTE


Son las doce y media o la una, salimos del pueblo a las ocho (8.00) de la mañana, estábamos en la cuerda de la Sierra de las Pilas a las diez (10.00) y en Las jañonas , a las doce (12.00). Hemos empleado cuatro horas en subir hasta aquí. Poco tiempo, creo que no hemos descansado suficiente, pero al ser sólo dos pierdes menos tiempo.


LA PEÑA DEL CUERVO



Seguimos disfrutando del lugar un poco más y cuando y cuando decidimos que es suficiente, comenzamos a bajar.


 
Cerros de rocas, rocas gigantescas puestas de cualquier manera, como conjuntos escultóricos, verticales, pendientes de un hilo que parece que van a rodar, con formas caprichosas, formando cuevas, como sembradas, una colina tras otra.

FINA EN UN CERRO DE LAS JAÑONAS











Bajamos por la cuerda de la Sierra de Pejinoso hasta el siguiente cortafuego. Es de un desnivel impresionante hasta el Arroyo del Chorro. Pero nuestro plan era continuar hasta una emblemática roca, la última roca de las Jañonas, que está sobre Cadalso: ¡El Canchal de la Atalaya! Se ve desde todo el valle, colocada ahí, como a punto de echar a rodar. Cuando era niño, hubo un pequeño terremoto que yo sentí y que salió en las noticias de la época, pues bien, oí a alguien comentar que un poco más de temblor y el Canchal de la Atalaya se habría puesto a rodar y habría arrasado el pueblo como en un juego de bolos. Ninguno de nosotros lo hemos visto de cerca y cuando llegamos a él sentimos una enorme decepción: es una roca mediana, muy bien situada sobre un promontorio, pero mucho más pequeña que otras que hemos visto arriba.

                       EL CANCHAL DE LA ATALAYA Y LA ALMENARA

                          FINA Y KIKA EN EL CANCHAL DE LA ATALAYA

Roto el mito del Canchal de la Atalaya, nos queda bajar hasta Cadalso y no hay camino y sí mucho monte alto y enmarañado. Es una locura, pero nos internamos en la espesa maleza y vamos bajando escoltados cada uno por una de las perras. Emergemos del monte en una zona de fincas abandonadas, las atravesamos, eludimos otras zonas de monte igual de malo y seguimos descendiendo hasta el Arroyo de Aroche. Los canes se lanzan al agua, se revuelcan y beben con ansia. A los pocos minutos vomitan el agua. Aunque no parece que les pase nada.


Por el arroyo bajamos a la pista de Aroche y por las pistas a Cadalso. Ha sido duro pero bonito y emocionante. Nos vamos cada uno a nuestra casa, ducha y siesta.
Me dice Ángel, por la noche que Fina y Kika han llegado a casa y se han tirado a la sombra, a descansar. En los días siguientes rehusaran salir a dar ningún paseo.

                        
                                     LAS JAÑONAS DESDE EL VALLE DEL ARRAGO