Luna llena de agosto, es el día elegido para
subir a esta montaña, la más alta de la Sierra de Gata, 1519 metros. Por fin
vamos un grupo, 8. Salimos de Cadalso a las siete de la tarde con la idea de
ver el atardecer desde lo alto y la salida de la luna casi al mismo tiempo.
El título de esta crónica nació en las calles
de Madrid, cuando planeábamos la ruta,
Botellón en la Bolla, tal cual. Y era lo ideal, cervecita y cena en la montaña.
A las ocho menos veinte teníamos los autos
aparcados en el cortafuego de Los Llanos y tomábamos la rodera que lleva a la cumbre. El cortafuego por el que se accede se ve desde todo el
valle.
Hacía un poco de calor, el camino se inicia
con una ligera ascensión por cómoda vereda, vamos andando y admirando el
paisaje: la Bolla cierra el Valle del Arrago por el noreste y domina sobre las
Hurdes del oeste.
El sendero es muy fácil, sube un repecho, baja
y vuelve a subir hasta un pico anterior al que nos dirigimos, llamado Pico de
la Vela.
VALLE DEL ARRAGO
Primera parada, primera litrona compartida,
diez minutos y seguimos. La senda se empina, hemos ascendido bastante y ya se
divisan espléndidas vistas.
CORTAFUEGOS DE HENO
Segunda parada, segunda cerveza, miramos hacia
lo alto, el cortafuego se empina y forma una buena pendiente, más al final.
Terminamos la cerveza y nos ponemos en marcha,
nos dispersamos en la ascensión final. La puesta de sol se desarrolla ante
nuestros ojos maravillados y nos damos cuenta, desolados, que la luna estará comenzando a
salir sobre el horizonte
que nos tapa el Pico de la Bolla.
Apretamos el paso los que vamos primero pero
llegamos arriba a las 21.15, la luna ya está fuera del horizonte, en el cielo,
sobre las Hurdes y el Valle del Ambroz. En la parte opuesta, el sol se hunde
tras la Sierra de Gata.
El paisaje quita el aliento y enseguida nos
damos cuenta que también el frío quita el aliento. Hay unas casetas
semiderruidas cerca del vértice geodésico, nos refugiamos del viento tras una
pared y comenzamos el botellón.
Los que teníamos ropa de abrigo, nos la hemos
puesto. Se ha hecho de noche, la luna se refleja en las aguas lejanas del
pantano de Gabriel y Galán, comienzan a aparecer las luces de los pueblos que
se divisan desde aquí y que antes permanecían invisibles.
Tenemos prismáticos y miramos con ellos las
luces lejanas. Hacia el norte está Ciudad Rodrigo, el lugar más grande e
iluminado que se ve desde la Bolla, la catedral se aprecia a simple vista y con
los prismáticos, mucho mejor. Aquí, cerca, una alquería de las Hurdes, que
nadie sabe cuál es, hacia el Valle del Árrago, Descargamaría, en primer
término, con unas luces características que dibujan una cabeza de vaca, al
fondo, Cadalso y más al sur Santibáñez. Se divisan decenas de pueblos que
intentamos nombrar, las crestas de las montañas se van diferenciando a medida
que la luna asciende.
El frío arrecia, comemos y bebemos, hacemos
fotos, seguimos charlando, mirando abajo
y en un momento dado, decidimos regresar. La rampa final, la de mayor
inclinación, ahora está en la oscuridad, pero con cuidado, fuimos descendiendo
hasta llegar a la zona iluminada por la luna. A partir de aquí tomamos de nuevo
las roderas y marchamos tranquilamente hasta los coches.
Una hora y cuarenta minutos de subida, con dos
paradas, una hora de bajada con la luz de la luna. Consumado el botellón, La
Bolla es una Montaña de Cadalso.